Hoy os traigo algunas ideas para una primera clase de niños o adolescentes en la que necesitamos romper el hielo.
Para empezar a presentarnos, podemos poner a los alumnos en círculo y que el profesor
empiece diciendo su nombre: Yo me llamo Paco. A continuación, lanzará una pequeña pelota a un
alumno cualquiera. Este tendrá que repetir el nombre de la persona anterior y
después el suyo: él se llama Paco y yo me llamo María. Así sucesivamente hasta
que todos se hayan presentado. La gracia está en que ellos no sabrán cuando
será su turno, y tendrán que estar atentos constantemente. ¡Suerte al último!
Después, para saber algo más sobre ellos podemos llevar el
clásico COMECOCOS DE PAPEL, que contendrá preguntas (acordes al nivel) sobre
información personal. ¿Cuántos años tienes? ¿Dónde vives? ¿Tienes
hermanos? Uno a uno, se lo irán rotando
hasta contestar cada uno una pregunta.
Otro juego rápido, fácil y que nos puede servir para conocernos un
poco más es el JENGA: en cada pieza de madera escribiremos una pregunta (puede
ser a lápiz o escrito en un trocito de papel pegado a la pieza para poder adaptar las preguntas al nivel o al tema que queramos practicar). Uno por uno irán sacando una pieza de la torre y respondiendo a la pregunta que les toque. Después la posarán arriba del todo intentando que no se derrumbe.
Con este tipo de actividades reducimos la ansiedad de la primera clase y hacemos que se vayan conociendo poco a poco entre ellos.
¡Aprendamos divirtiéndonos!